Estamos en unas fechas señaladas, las Navidades, ricas en mil aspectos etnográficos, que a lo largo de toda la geografía de Navarra se van exteriorizando en un sinfín de expresiones dignas de estudio. Todos estos detalles que envuelven las celebraciones de los días 24 y 25 de diciembre son también una parte muy entrañable de nuestro patrimonio, del patrimonio inmaterial en este caso.
El reportaje de hoy se acerca a algunos de estos aspectos: el Olentzero, el tronco de Navidad, los aguinaldos, la gastronomía, las canciones, y un largo etcétera.
Hoy nos vamos a ir a la Ribera de Navarra, y nos bajamos nada menos que hasta la villa de Cortes. Y lo hacemos de la mano de un folklorista y etnólogo a quien esta faceta -pues hacía otras muchas cosas- no se le ha sido suficientemente reconocida. Hablo de José Mª Jimeno Jurío, seis años ausente, y a la vez seis años presente entre nosotros. Él profundizó en la historia, en la etnografía y en el folklore de Cortes, y todo ello quedó recogido y publicado. Precisamente por eso hoy nos es posible conocer aspectos etnográficos muy interesantes de las Navidades de antaño en Cortes, y escribir sobre ello, pues quienes nos dedicamos a estas cosas sabemos de lo importante, básico y fundamental, que es la labor de difusión, para que nunca se pierda la memoria de lo que un día sucedió. Vamos a prescindir hoy de algunos de los aspectos de la Navidad de Cortes, en concreto de los vividos dentro de la casa o dentro de la iglesia, y nos vamos a detener en la Navidad que los días 24 y 25 de diciembre se vivía en la calle.
tradiciones
'Presentes', 'aguilandos' y postulaciones
Jimeno Jurío, que fue investigador de archivos e investigador a través del trato con los lugareños, nos hablaba de los denominados presentes que existieron en Cortes siglos atrás. Nos remontaba a la segunda mitad del siglo XVI, época en la que Cortes era un marquesado, y que era cuando los labradores usufructuarios de las tierras del marqués, además de las rentas, pechas y servidumbres, llegado el 25 de diciembre, y en reconocimiento del señorío, tenían que pagarle al marqués un nuevo impuesto denominadopresente , que generalmente consistía en dos carneros, seis capones y una docena de gallinas. Este impuesto estaba en vigor, al menos, en 1580; y es fácil que hoy lo veamos como una curiosidad, como algo trasnochado, muy propio de aquellos siglos; pero no podemos ignorar que expresiones de vasallaje muy similares a esta han pervivido en Cortes hasta bien entrado el siglo XX, tal y como muy bien documenta Jimeno Jurío.
En cualquier caso, esta costumbre del presente tuvo su evolución y su continuidad en los siglos, y todavía hoy se recuerda. El presente llegó al siglo XX convertido en unas pocas costillas, lomo, solomillo, y todo lo mejor del cerdo -lo que en algunas latitudes de la Montaña de Navarra denominaban txirrikiparte- ; y no hará falta aclarar que sólo los más pudientes estaban en condiciones de ofrecer el presente (alguna ventaja tenían que tener los más pobres). Los destinatarios, como bien recuerda nuestro folklorista, eran: "A los maístros, pa'que nos enseñaran más. A los médicos, pa'que se tomaran interés. Al cura, que aquí se le ha dau siempre muchas cosas. Y a lo mejor, algunos al secretario también".
A las mujeres les quedaba reservado el derecho de pedir el aguilando (aguinaldo). Antiguamente, en Cortes, eras las mujeres de las familias menos favorecidas, las de las familias más humildes, quienes el día de Navidad salían juntas a pedir el aguilando por las tiendas de la localidad, por las casas de los principales propietarios, y sobre todo en el palacio de los duques. Todavía se recuerda el gesto de la duquesa, que ese día, en atención a la petición de limosnas y de caridad que recibía, ofrecía gratuitamente en la plaza un rancho a los denominados pobres de solemnidad .
Y el tercer aspecto navideño que en Cortes nos recuerda José Mª Jimeno Jurío es el de las postulaciones , reservado en este caso a los niños, en concreto a los niños de las familias más humildes. Estos niños salían haciendo la cuestación en pequeños grupos, de casa en casa; llamaban a la puerta y gritaban: "La colación romana, ¡un higo y una castaña !"; y la señora que había abierto la puerta solía obsequiarles con unos higos secos y con alguna castaña. Se dice que algunas mujeres, antes de soltar nada, trataban de identificar a los padres de los niños para saber si realmente eran necesitados o no lo eran; así pues, según el concepto que aquella mujer tuviese del nivel económico de los padres de cada niño o niña, podía darse el caso de que señalasen a uno de ellos diciéndole: "A tú no, que tienes ". Y eso sí que dolía.
música
Coplas petitorias para el día de Navidad
Al atardecer del día de Navidad era habitual en Cortes ver a grupos de jovenzanos y muchachos jóvenes, con la zambomba en la mano, entonando coplas de casa en casa, solicitando con ellas, a través de la letra, un pequeño donativo. Lamentablemente, no han trascendido muchas letras de aquellas coplillas populares, pero Jimeno Jurío llegó a publicar alguna. Una de las más populares decía: "Dale, dale, dale, / dale a la zambomba; / dale, dale, dale, / hasta que se rompa. / Dale, dale, dale, / dale al pucherillo; / dale, dale, dale, / que ha nacido el Niño. / Si nos van a bajar higos, / nos baje de aquellos blancos; / que aquí traigo un compañero / que se come hasta los rabos "; la partitura musical de esta copla la sacó José Mª Jimeno, y quedo plasmada en el libro Merindad de Tudela. Historia Etnografía y folklore (editado en 2005 por Pamiela, Udalbide y Euskara Kultur Elkargoa, bajo la coordinación editorial de David Mariezkurrena Iturmendi).
Una segunda copla recogida en Cortes por el mismo autor decía: "Señora Zutana (nombre de la dueña de la casa), / cara de clavel: / baje usté una luz / que la quiero ver. / Ábranos la puerta, / ábranos, por Dios; / que venimos cuatro / y entraremos dos ".
Las páginas del mencionado libro traían también el recuerdo de un conocido industrial de Cortes, Rafael Olivé, que vivió en los primeros años del siglo XX, y que era conocido popularmente con el apodo de Rufaiz . Este benemérito hombre se dedicaba a la compraventa de cereal y de otros productos. Hasta su casa se acercaban los niños y los mozos después de haber estado rebuscando maíz o legumbres por los campos y parajes de esta villa ribera; la pequeña cosecha la llevaban el día de Navidad hasta la casa del comerciante, y en la puerta le cantaban aquello de: "Al señor Rufaiz / le dé Dios salú / p'al año que viene / nos mida el almud ". Don Rafael tenía la costumbre de pagarles con nueces y con higos, incluso a los más mozos les soltaba algo de dinero.
Jimeno Jurío dedicó un recuerdo muy especial, y muy merecido, a la figura de Julián Pina, un muchacho que falleció joven, y que tenía la virtud de cantar los villancicos como un ángel, hasta el extremo de que los hombres salían de los cafés para escucharle. Acompañaba su voz el bueno de Julián con el sonido de una zambomba de gran tamaño que él mismo manejaba, hecha con medio cubete, "como el que llevan los blanquiadores", cubierto con piel. Esta costumbre de cantar coplillas por las calles de Cortes se perdió antes de la guerra.
Y despido este reportaje felicitando la Navidad a todos los lectores que cada semana os mantenéis fieles a esta sección comprometida con el patrimonio de Navarra; con la letra de una aurora que en la mañana del 25 de diciembre se cantaba por las calles de Cortes. Y decía así: "Entre escarchas, temblando de frío, / en un pequeñito portal de Belén / nació el Hijo del Eterno Padre, / teniendo a su lado la mula y el buey. / Le vamos a ver. / Los pastores quedaron gozosos / de ver al Mesías que acaba de nacer ". Felices fiestas a todos.
Diario de Noticias - Lunes 22 de diciembre de 2008
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